Pues bien, la evidencia de los datos aportados parece mostrarnos un escenario muy diferente, en realidad las crecientes temperaturas podrían acabar por beneficiar a millones de africanos en las partes más secas e inhóspitas del continente.
Los científicos ahora están observando señales de que el desierto del Sahara y sus regiones circundantes están poblándose de vegetación a causa de un incremento en las precipitaciones.
Si se mantiene, este régimen de lluvias podrían verse revitalizadas las regiones devastadas por la sequía, se recuperaría terreno para las comunidades agrícolas.
Las zonas deserticas muestran una tendencia a la reducción, así nos lo muestra la mayoría de los modelos climáticos, que predicen un retorno a las condiciones existentes en un remoto pasado en el que el Sahara era una sabana exuberante hace unos 12.000 años.
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